
Muerde.
Y su mordedura tuvo trazas de adicción.
Mis hombros descienden en señal de hastío.
Me cansa la misma intención baldía y cruel de poseerme.
Ese no saber del principio
me hizo adorar las fauces de un alacrán.
Bendito el veneno al que di paso,
santificado sea mi olvido.
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