No es en balde mi liturgia diaria que repite frases de mi amor pagano.
Lengua que secuestra y me convierte en rehén voluntario de unos labios que en las noches van matando esos bichos. Los prejuicios yacen quietos bajo la cama que me sostiene.
Y reímos mofándonos de la perfección del universo.
Reímos.
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mil besos