Paladar

Sabe a dulce circunstancia,
a rutina que muere entre los muslos,
a la apuesta de dados en que me dejan ganar.
A cauce donde brotan mis pecas, a ritmo,
punteo de guitarra que suena como orquesta,
a tinta china que delinea un afecto.
A sábanas prestadas que luego tienen dueño,
a rincones preferidos, a huésped que se instala.
A seda que resbala lento desde los hombros,
a bosques medievales que enamoran doncellas,
a cuentos de niñas que esperan su primer amor.
A lengua insurrecta,
al atado de vientos que desanudan huracanes
cuando me rozan.
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