Advertencia





Me acercaré a tu mundo amnésica, limpia de evocaciones, vacía del moho que producen los hábitos viejos, sin memoria, sin rutina, desprendiendo el amaestramiento en que vivo. Iré higienizando mi conciencia, enterrando mis culpas bajo las plantas del camino.

Desde tu borde pronunciaré bendiciones de color azul, olorosas a mis cabellos y dejaré la sensación del contacto de mis uñas tras de tu puerta.

En ese espacio no existirá la apatía.

El silencio se hará eterno en mis oídos, aunque dentro de mi pecho, aúllen los lobos que no tienen dientes y que se alimentan de un licuado de letras que luego haré descender por un nuevo precipicio de recuerdos dulces.

Me quedaré allí, después que me vaya, en el marco de la entrada, en la zona izquierda de tu lecho, sobre el área que pisen mis talones, en el primer bostezo de tus días y en la última visión de cada noche que tengan tus pupilas.

Sabremos que es verdad, que nos vemos, porque ahora lo apreciamos, porque antes, estuvimos ciegos.

Te lo advierto, habrá afonía en las palabras y el único sonido que quiero escuchar es el de tu voz, bajita, cerca de mi cuello, cuando me digas “te quiero”.

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