La escalera


Suelo con cierta frecuencia
voltearme a observar los escalones que he dejado atrás.
Solo mirarlos, nunca vuelvo a bajar a ellos.
Es agradable si se miran desde arriba,
mas sin embargo, cuando se está en ellos,
parece eterno el camino a subir, sobre todo,
si esa escalera es de caracol, como la mía.
Cuando es así, no se sabe qué ocurrirá en el próximo peldaño, pues no puede verse, ni siquiera a lo lejos.
Así que siempre es una sorpresa llegarles,
pues lo que está allí de forma imprevista
me sorprende, me asombra.
Cada peldaño no tiene un tiempo exacto.
Algunos duran días, otros años,
dependiendo siempre de la forma de escalarlos.
Yo diría que se trata de ciclos, para definirlos mejor.
Una vez que me decido a mirar aquellos que dejé atrás, puedo notar cierto decorado en algunos, como macetas llenas de flores en unos, maleza silvestre en otros.
Hay uno que otro balconcillo asomándose por encima...
Y pienso que es cuestión del momento,
de lo que el momento me dejó, de la enseñanza,
del crecimiento que me favoreció al subirlo.. nunca al bajarlos,
porque como dije, no se puede bajar.
Solo bajan aquellos que deciden retrocesos continuamente en sus vidas,
solo aquellos que no apuestan a vivir, que al abandono apuestan todo.
Puedo descansar si quiero, sentarme, bien mirando hacia arriba
o al contrario para deleitarme con el avance obtenido.
Puedo estar todo el tiempo que desee allí,
y luego de sentirme tranquila, seguir el ascenso.
Hubo momentos del trayecto que pensé dejarme deslizar por ese tirabuzón,
o sentarme y quedarme allí para siempre, pero mi fortaleza pudo más,
mi decisión fue la acertada, hay que subir a pesar de todo, contra todo....
Cada vida tiene en sí sus escalones.
A algunos nos tocan con más curvas, otros más rectos,
pero igual hay que subir.
Como lo hago yo... día a día, escalón a escalón.

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