Secreteo

Calla. O mejor habla en tonos muy suaves.
No quiero que mi sombra intuya que sigo amando. La mantengo ebria en las noches, es cuando me acusa de que aún me puebla el temblor sutil en medio del pecho y me condena por acariciar la desahuciada idea de las fantasías imposibles.
En las madrugadas, ella, mi sombra, me agujerea los pliegues del recuerdo con un sacabocados inclemente. Los desechos caen en vasijas de barro y se transforman en polvo de estrellas.
Que no sepa del incendio de la ausencia, de mis horas cobardes, mojadas de llanto, esas que nadie sabe.
No le dejes la duda de mi fortaleza, la máscara de la mujer de hierro que no soy, de lo inútil de una espera en la que ya no creo.
Háblame quedo, que tengo miedo.

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