Látigo

Foto: Allan I Teger


Me desgajo siendo

una mujer de “siempre”.

Dificulto acostumbrarme

a no beber la savia que corre por mis desagües.
Una puerta de doble cerradura

me deja siempre a la intemperie.

Tan solo quiero sus besos perversos,

un secuestro prohibido

mientras muerde mi verbo a oscuras

y se sumerge en mí, para mí,

de tramo en tramo, dedo a dedo.
Lo quiero analítico, pensativo,

atrevido o tímido, pero en mí.

Acunando la divina sensación

que ahora germina,

cuando lo salpico de este mutismo

obligado y escéptico.
Tan solo quiero pedirle

que no me deje secar antes de la cosecha,

preguntarle con qué parte de su piel

he de quedarme en mi aislamiento,

aunque tenga el látigo inclemente de un silencio.

Comentarios

ASV dijo…
se siente el ardor y el latir de las emociones desbordadas, un placer a puertas abiertas...

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