Intemperie

Recuerdo esa irrealidad. La ausencia de dioses, el acto recurrente de ocultarme retirada en un solo silencio, la humedad permanente bajo las cejas, la inercia mientras chorreaban aguaceros y poco importaba.
La recuerdo, ahora con distancia, y ya no me seduce la idea de revolcarme en tonos grisáceos, ni cerrar las puertas de las jaulas.
No he vuelto a mencionar al abandono como excusa a mi escaso aprecio a mí misma.
Lubriqué los nudos de mi vida y creo que las sogas se estiran tan limpias que puedo escurrirme de cuclillas sobre ellas sin miedo a tropiezos.
Me cubre un techo, de donde cuelgan albures con hebras de nylon fino. Parece que flotaran.
En las esquinas estallan meteoros maquillados con destellos blancos.
Ya no hay intemperie. Solo vida detrás de una curva que tomo con cautela.

Comentarios

Juan Carrizo dijo…
Nadie puede abandonarte se abandono el mismo,tu sigue lubricando los nudos de la soga has equilibrio sobre élla que no caeras,despues de cada curva existe una recta de bonananzas y estás muy cerca (lástima que no llegue hásta Buenos Aires)
Hermoso texto amiga, he recorrido como algunas veces este sitio que me produce buenas sensaciones, espero ver nuevos post, tan buenos como los actuales. Mi afecto.

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