Huellas digitales (Gratitud)



Algunos días pasaron desde la anterior gratitud. Recibí de vuelta comentarios y muchas otras gratitudes. Se sorprende uno al ver que desde el propio entorno de cada quien, desde una perspectiva diferente, todos tienen un motivo para agradecer. 
No significa que estos días de silencio no hubo motivos de gratitud. Agradecí en silencio algunos sinsabores, algunos sentimientos de frustraciones, así como también, algunas comparaciones con los estilos de vida de otros (valederos por cierto), que no se acomodan al mío y que por ello, hube de agradecer. 

Ir al supermercado podría ser un acto tan elemental, tan sin sentido, salvo la condición de adquirir los productos que habremos de preparar y posteriormente, ingerir. Y sin embargo, cuánto aprendizaje pudiera encontrarse en detenerse por tan solo un minuto observando atentamente los contornos de unos vegetales o frutas.

Acariciar los pimentones, colocar el dedo en la superficie y apreciar lo liso de la delgada piel que lo recubre. Si avanzo, me encuentro con una curva dentro del mismo recorrido. Y allí el tallo, rugoso pero parte del mismo camino hasta llegar a la decisión de cortarlo y usarlo para cocinar.. 

Lo mismo sucede con el tránsito por una naranja. Su corteza se arruga y se agrieta conforme aprieto y manipulo su forma pero nunca había advertido lo relajante que podía ser adivinar que en esos surcos, pudiera encontrarse un camino, lleno de dificultades y que con solo pasar mi dedo por encima, desde mi grandeza, pudieran verse tan diminutas y lejanas. 

Cuánto que agradecerle a mis huellas digitales, que permanecen en mis dedos y que me permiten con su presencia, llevar mis terminaciones nerviosas hacia el cerebro, sentirlos y digerir esta información para realizar una analogía con los caminos que tendré que recorrer y que desde hoy, tienen que parecerme menos escabrosos.

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