Cuando me haya ido


Dejaré mis letras en herencia, una caja llena de estupideces que algún día llenaron mi vida de recuerdos gratos.
Dejaré fotos, solo las que tengan sonrisas y miradas de frente.
Pondré en mi legado un solo color que me defina y de éste, dejaré como última voluntad que sea mi epitafio.
Soltaré millones de creyones al azar, en un campo de grama verde que hará las veces de contraste.
Cuando me vaya, no dejaré fortunas ni tesoros escondidos, quedarán a la luz mis matices y será blanco de juicios implacables, de mudos veredictos.
Dejaré entonces una pequeña nota prohibiendo las hipócritas lágrimas sociales y un consejo manso de ternura liberando compromisos de asistir, de aquello que en vida, nunca fue dado.
Cuando me haya ido, nadie sabrá de mi, ni verá mi partida y dejaré tras mis pasos el leve aroma de una mandarina.
(Fotografía Antonio Mas)

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