Represalia





Nunca antes lo ví aplaudir. Carecía de dedos con los cuales emitir el sonido de las

palmas chocando para aclamar la victoria. Ahora sí celebraba a sus anchas. La

mirada colectiva del público se llenaba de asombro. El jinete, en una vuelta súbita

de su caballo, saltaba desprendiéndose de los estribos como un papagallo en las

manos de un niño.

Sobre la manga y masticando la tierra, el coleador trató de levantarse sin éxito,

cuando Pinto, su caballo, lo arrastró un largo trecho, habiéndose enredado su pie

en el estribo.

El coleador intentaba una “Campanilla” pero Pinto no respondió como esperaba. El

toro, a quien llamaban Zurrón, resbaló en los primeros metros sin caer, pero

siguió corriendo despavorido a lo largo de la manga.

Zurrón se detuvo, volteó a ver la escena incrédulo y con un gesto de conquista, se

impulsó en sus dos patas traseras aplaudiendo con sus delanteras, para alzarse y

llenarse de laureles ante la ovación de un público que, cansado del maltrato,

finalmente vio cumplida la revancha.


Ejercicio para la publicación de "Apure en letras"  Ediciones Public-Arte

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